La comunicación interna debería ser un pilar fundamental de toda organización, siempre. Pero estos días, traspasa la frontera de los valores corporativos y se hace una necesidad fundamental para cualquier profesional.
En nuestra vida personal estamos más conectados que nunca. Usamos todas las herramientas tecnológicas disponibles para compartir tiempo virtual con los nuestros y comunicarnos de todas las formas posibles. Desde vídeos para animar o agradecer el esfuerzo de aquellos que se exponen a diario, a videollamadas de 20 integrantes; quedamos para tomar vinos en chats grupales, retransmitimos en directo nuestro intento de hacer pan casero, etc.
Y en el plano laboral, ¿cómo nos comunicamos? ¿Ha cambiado la forma de hacerlo? ¿Sabemos más que antes, o tenemos una comunicación excesiva?
La comunicación en crisis, un imperativo
La comunicación interna durante esta inestable situación requiere de un plan de crisis y una evaluación constante de las necesidades de la empresa para saber qué acciones comunicativas han de emprenderse en cada momento.
Pero más allá de eventuales contingencias, aunque la situación de la compañía sea estable, la comunicación habitual entre sus miembros ha cambiado radicalmente. El teletrabajo es, quizá, el hecho diferencial que marca la necesidad de establecer nuevos métodos de comunicación entre la empresa y sus profesionales.
La ausencia física en la compañía muchas veces produce incertidumbre, inquietud, sensación de aislamiento. Por todo ello es necesario analizar qué canales de comunicación son más efectivos y hacer uso de ellos. Y es también esencial adaptar la comunicación a cada público interno y sus necesidades, para que puedan sentirse integrados y confiados.
La comunicación interna es terapéutica
No se trata de tener 5 videoconferencias diarias sin nada que aportar, simplemente para comprobar que todos están ahí o se encuentran ocupados. Un exceso de reuniones puede ser negativo.
La comunicación ha de ser pertinente, pero quizá sí sea ahora necesario estar más presente de forma telemática, ya que la ausencia física genera, como hemos mencionado antes, dudas e incertidumbre.
La comunicación interna bien planteada desarrolla un sentimiento de pertenencia necesario para el profesional; le permite saber, comunicar sus inquietudes u observaciones, le hace sentirse valioso, estrecha lazos y establece un clima colaborativo que favorece el flujo de trabajo y la satisfacción del profesional. La comunicación interna es terapéutica y necesaria.
¿Qué podemos hacer para que los públicos internos estén cómodos y al tanto de todo lo que ocurre?
Algunas acciones de comunicación interna en cuarentena
Hay muchos canales de comunicación, unos más formales y otros más cercanos, y quizá lo mejor sea combinar todos ellos para lograr un equilibrio que resulte coherente y transmita confianza.
Por ejemplo, las herramientas con las newsletters o mails corporativos son muy útiles para dar a conocer todas las noticias que se producen en la compañía; con un diseño atractivo y un lenguaje cercano o ingenioso, los públicos se mantienen informados y pueden participar en las acciones de la empresa, etc.
En otras ocasiones, sin embargo, tocará dirigirse a cada profesional de forma más cercana: una simple llamada del CEO de la compañía a cada trabajador para preguntarle por su situación personal puede ser un gesto que llegue de forma más profunda y se valore como una comunicación más sincera que un mail excesivamente formal en un momento que no procede.
Utilizar las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestro alcance de forma creativa es siempre también una buena idea. Por ejemplo, trasladar un evento físico con diferentes actividades al plano online, como este caso.
Así, además de las call conferences o videollamadas para actualizar la situación, se pueden llevar a cabo acciones para conectar a los distintos públicos imitando las que se harían de forma presencial: cafés virtuales para conocerse mejor entre equipos y tener mayor fluidez, campeonatos de juegos online, etc.
Los que trabajamos en comunicación vivimos un momento fascinante: difícil porque se mantiene en constante cambio y las circunstancias son adversas, pero emocionante por los nuevos retos que nos plantea.